Un tratado en una sóla página, entre la 346 y la 347 de la edición en castellano de "La Rebelión de Atlas" de Ayn Rand , editorial Grito Sagrado, Buenos Aires...
La ficción : transcurrieron seis meses a mediados del siglo XX para Taggart Transcontinental , pero es tan ilustrativo para décadas en Argentina de finales del siglo XX y lo que va del XXI , que dicidí tomarme el trabajo de transcribirla..espero que a los de la editorial no les disguste:
Ahí va:
La ficción : transcurrieron seis meses a mediados del siglo XX para Taggart Transcontinental , pero es tan ilustrativo para décadas en Argentina de finales del siglo XX y lo que va del XXI , que dicidí tomarme el trabajo de transcribirla..espero que a los de la editorial no les disguste:
Ahí va:
Trenes vacíos cruzaban aquellos cuatro estados que estaban colgados al cuello de Colorado. Transportaban pequeños cargamentos de ganado, de trigo o de melones, y a algún granjero y su engalanada familia que iban a visitar amigos en Washington. Jim había obtenido un subsidio del Estado por cada tren en funcionamiento, pero no como transporte capaz de producir beneficios, sino como servicio destinado a la "Igualdad Pública".
Dagny recurría hasta su última fracción de energía para mantener funcionando los trenes en los sectores donde aún hacían falta y en zonas todavía productivas. Pero en los balances de Taggart Transcontinental, las sumas de los cheques recibidos en concepto de subsidios por el despacho de trenes vacíos ostentaban cifras mayores que los beneficios obtenidos por el mejor transporte de carga de la división industrial más activa.-
Jim se jactaba de que aquellos habían sido los seis meses más prósperos de la historia de la empresa; pero en la pulcras páginas de su informe a los accionistas, figuraba una cifra que no se había ganado: la de los subsidios por trenes vacíos. Y tambien figuraba el capital del que no era propietario, compuesto por sumas que se debían emplear para pagar los intereses y la amortización de los Bonos Taggart; deuda que, por voluntad de Wesley Mouch, se le permitía postergar.-
Se jactaba del mayor volumen de carga transportado por los trenes Taggart en Arizona, donde Dan Conway había ya cerrado el último de los ramales de Phoenix-Durango para retirarse, y en Minnesota, donde Paul Larkin ya estaba transportando su metal por tren , porque el último de los barcos cargueros de los Grandes Lagos había dejado de funcionar definitivamente.-
--Siempre has considerado que ganar dinero era una virtud importante -le había dicho Jim a su hermana con una media sonrisa- Pues bien, parece que en éso soy mejor que tú.-
Nadie trataba de comprender el problema de las obligaciones ferroviarias congeladas, quizás porque todo el mundo lo comprendía demasiado bien. Al principio surgieron señales de pánico entre los accionistas y se produjeron brotes de peligrosa indignación en el público . Luego, Wesley Mouch optó por dar otras pautas, según las cuales la gente podía "descongelar" sus bonos, en base a una declaración de "necesidades esenciales", en cuyo caso el gobierno adquiría esos bonos si quedaba satisfactoriamente demostrado que esa necesidad realmente existía.- Pero había tres interrogantes que nadie ni siquiera formuló: Qué se consideraba como "demostración"? Qué constituía "necesidad" Y, por fin "esencial" para quién?
Llegó a ser de mala educación discutir el tema de que unos reciban el beneficio de la descongelación mientras se les negaba a otros. La gente volvía la espalda, con la boca cerrada, en hosco silencio, si alguien preguntaba "Por qué?". Se suponía que uno tenía que describir, no explicar ni catalogar, ni evaluar los hechos; el señor Smith tenía su dinero descongelado; el señor Jones no; y éso era todo.- Y cuando el señor Jones se suicidaba, la gente decía: " Si necesitaba en realidad el dinero, el gobierno se lo hubiera dado; pero hay personas tan codiciosas!
No se hacían comentarios acerca de quienes, cuando se les negaba la descongelación , vendían sus bonos por un tercio de su valor a otros para quienes la necesidad representaba, de manera milagrosa, convertir treinta y tres centavos en un dólar.- Tampoco se hablaba de una nueva profesión ejercida por brillantes graduados universitarios, que adoptaron el nombre de "descongeladores" y que ofrecán sus servicios para " redactar su solicitud en los términos modernos adecuados". Estos jóvenes tenían amigos en Washington.
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